Evidentemente, los subnormales, somos nosotros. Empezando por uno que escribe, acabando por el pueblo que vota, y en medio están los que leen... pocos, la verdad. Bienvenidos a la dictadura de la izquierda. Aquella donde el pueblo se empezará a morir de hambre, y no nos daremos ni cuenta cómo hemos llegado a eso. Somos las vacas megaproductoras de leche, ahora, hasta que nos conviertan en esmirriadas vacas que ya no sirven para nada.
No se han dado cuenta pero llevamos varios años con un fraude de elecciones, con una repetición de elecciones que fueron un fracaso, y aunque quieran pintarlo como quieran, seguimos sin una mayoría de pensamiento que gobierne y haga un cambio. Mientras tanto tenemos un gobierno que ha colonizado y destruido en reputación todas las instituciones públicas a las que ha llegado. Donde juega con la población sin importar la muerte, donde los suyos crecen, los que van en contra de ellos son tachados de fascistas o propagadores de bulos, y el pueblo muere y recibe cada vez menos servicios.
Hay que acabar con el sistema, hay que tumbarlo y levantar uno nuevo. Tal vez un cambio que se deje de pasado, de herencias y de mirar fuera en vez de a su alrededor. Un cambio donde devuelva al pueblo hasta el último penique, donde se invierta lo que se recauda de verdad y donde no se invierta el dinero recaudado en mantener a charlatanes y vendehumos.
Vivimos en una estafa de país, y no nos damos cuenta.
Pero, le abriremos los ojos a la gente.